miércoles, 4 de febrero de 2009

CREISTE POR ESO HABLASTE O ¿HABLASTE SIN HABER CREIDO?

Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos. 2 Corintios 4:13.

¡Pablo creyó por lo cuál habló¡ El tenía la certeza de que el Señor habría de cumplir sus promesas expresadas en toda su palabra, estando seguro de que la excelencia del poder es sólo de Dios, él había comprendido verdaderamente lo que significaba negarse a sí mismo, dejar de ser él, para reflejar a Cristo:
“Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal”. 2 Corintios 4:11.
Todavía nosotros no hemos aprendido a morir o negarnos a nosotros mismos por causa de Cristo, por lo cual tampoco hemos creído que es El quien lucha por nosotros, que es nuestro ayudador en el tiempo de prueba, para darnos luego la victoria, que es nuestro consolador en el tiempo de angustia, no hemos aprendido que:

“Estamos atribulados en todo más no angustiados, más no desamparados; derribados, pero no destruidos” 2 Corintios 4:8-9.

En este tiempo el Señor está buscando vivificarse en nosotros, pero por nuestra falta de fe no dejamos que su poder se perfeccione en nuestras vidas, hablamos ligeramente pidiéndole que él nos haga vasos de honra, pero el momento de empezar a ser tratados como el barro en las manos del buen alfarero, desistimos, resistimos y en muchos casos miramos atrás.

Deberíamos tomar el ejemplo de David, siervo con un corazón conforme al de Dios, que sabía esperar en la misericordia del Señor, confiado en que Dios habría de responder:

“No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia”. Salmo 147:10-11

En muchas oportunidades, nuestra seguridad está puesta en el hombre y en la respuesta “palpable o visible” que éste nos pueda dar, y no sabemos correr al Señor; la Palabra dice:

“Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios”.

Bienaventurado, es decir triplemente feliz, será el hombre cuya confianza haya sido puesta en Dios, porque habrá aprendido a poner su mirada en El y podrá hablar de sus grandes maravillas por haberle creído, y por tanto habrá aprendido a ser guiado por el Espíritu Santo en todos sus caminos y será considerado su hijo.

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”.

La fe es uno de los más hermosos regalos dados por el Señor a nosotros sus hijos; cuando las cosas son imposibles, la respuesta es la FE.

Tenemos que creer, poner nuestra confianza en Dios; como una pequeña historia cuenta que un elefante cruzó un puente colgante, y una pequeña hormiga estaba sentada sobre el elefante, justo detrás de su enorme oreja. El puente se sacudió mientras lo cruzaban, y cuando llegaron y estaban seguros al otro lado, la hormiga le dijo al elefante: “¡Qué cosa¡ Cómo sacudimos el puente ¿No es cierto?”. Esta debería ser la confianza puesta en el Señor, para estar seguros de que El hará, ¿Por qué? Porque como dice la Palabra:

“Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré” Isaías 46:4

Aprendamos a depender y descansar en el Señor, porque las pruebas que en este tiempo pasamos sólo nos llevan a ser perfeccionados en El, hasta que llegue el día de nuestra redención.

“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. 2 Corintios 4: 17-18.

Es tiempo de dejar nuestras vidas en manos de Dios y aprender a poner nuestra mirada en El, por El es nuestro Hacedor, y empezar a pelear la buena batalla de la fe; en este tiempo hermano, aliento tu corazón a que tomes la decisión de creer, para que puedas hablar y no hables lo que no has creído, porque no será hecho.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” Hebreos 12:1-2a.
EL SEÑOR JESUS TE BENDIGA

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