miércoles, 10 de diciembre de 2008

LA RECONCILIACION

Reconciliar es unir nuevamente aquello que una vez estuvo en unidad y amistad, sin importar las causas de su ruptura, más al contrario superando y venciendo todo lo que un día rompió esa unidad.
En Dios encontramos uno de los mayores y únicos ejemplos de reconciliación que marcó la historia de la humanidad en un antes y un después, con el nacimiento de nuestro Salvador, quién vino con la misión de reconciliar al hombre con Dios, después de su larga separación desde el huerto en Edén a causa del pecado, que en el mundo entró por un hombre; llevando a toda la humanidad a la muerte espiritual por la ruptura de su relación con Dios.
"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aún en los que no pecaron a la manera de la transgresión en Adán, el cual es figura del que había de venir". Romanos 5:12-14.
Ruptura que hizo vivir al hombre en eterna condenación del pecado, apartado de su Creador y de la verdadera vida que es en El. Más en Jesucristo fuimos reconciliados, porque su justicia cubrió nuestra injusticia, para que seamos justificados de la causa de nuestra separación.
"Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida". Romanos 5:18.
¿Cómo fue la reconciliación?. Con el más alto precio que alguien pueda dar por otro la vida misma. La vida de nuestro Salvador, quién con el fin de unir nuevamente al hombre con Dios, se ofrendó a sí mismo derramando su propia sangre borrando nuestro pecado y así conseguir que volviéramos en amistad y paz con Dios.
"Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que estàn en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz". Colosenses 1:20.
Y a nosotros que en otro tiempo éramos extraños y enemigos en nuestra mente a todo lo que significaba la verdad de Dios y su amor, por la esclavitud del pecado y el tormento de obras muertas. Cosas que el mundo y el maligno nos ofrecían, tratando de suplir a Dios en nosotros, realidad que jamás será posible, por cuanto nada ni nadie podrá suplir la amistad y cercanía con Dios, aquella a la cual pertenecemos y para la cual fuimos creados.
"Y a vosotros también, que érais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado". Colosenses 1:21.
Reconciliados en su cuerpo de carne, por medio del sacrificio de su muerte, para que seamos santos y limpios de todas las manchas que marcaban nuestra alma, manchas que nos recordaban las cadenas de pecado que sujetaban nuestra vida a extraños amos que sólo nos alejaban cada día más de Dios.
"En su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él". Colosenses 1:22.
Libres, irreprensibles y justificados aún sin merecerlo, por cuanto Jesucristo canceló con su sangre las deudas por nuestras injusticias. Deudas que adquirimos por derrochar lo que no nos pertenecía: la vida. Sirviendo al pecado y apartados de cumplir el propósito de Dios. Extraños y enemigos de nuestro orígen y pertenencia real, envueltos en muchos males y sentenciados a la muerte eterna, porque la separación de Dios sólo puede significar algo la muerte. Más ahora reconciliados con El por su amor y misericordia, podemos alabar con gratitud, por haber sido librados de la ira y el castigo que sería vivir apartados de Dios por siempre. Y si hemos vuelto atrás todavía hay oportunidad y esperanza de arrepentimiento.
"Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvor por su vida". Romanos 5: 9-10.
Y no sólo esto porque ahora también podemos gloriarnos alabando el nombre de nuestro Señor Jesucristo aquel que siempre esperó por nuestra decisión de volver a El, aquel que pacientemente nos dió oportunidad tras oportunidad, utilizando todos los medios posibles para cautivarnos con su amor y reconciliarnos consigo mismo.
"Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación". Romanos 5: 11.
Preciosa Reconciliación, la cual tenemos la dicha de experimentar y por medio de ella convertirnos además en embajadores que anuncian a todos aquellos que no la conocen aún, a todos aquellos extraviados sin esperanza que ignorar poder ser encontrados y reconciliados con su Creador. A todos aquellos que equivocadamente están buscando su pertenencia en lugares de muerte. Cientos, miles y millones de personas que necesitan volver a su Creador y hoy podría ser ese día... ¡AMEN!.
"Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios". 2 Corintios 5:20.

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